A lo largo de la vida muchos de nosotros asistiremos con un
dentista para que nos trabaje algo de nuestra boca. El problema con los dentistas es que en
general la experiencia es bastante desagradable. En este artículo desarrollaremos
las razones de porque es así y como puede ser menos fea la situación.
Por un dolor en la boca que se presumía era de muelas me vi
en la necesidad de buscar dentista, con la tristeza a cuestas que mi dentista de
confianza había muerto recientemente. La búsqueda fue cansada, frustrante,
desgastante e infructífera. Para el tercer día de búsqueda por fin llegue a la
facultad de odontología para enterarme que ni siquiera era un dolor de muela,
comida entro en la corona que tenía y la encía se irrito. Esto me dejo con
mucho desagrado, pero con la reflexión de porque es tan común nuestra resistencia
a asistir al dentista.
Una parte muy importante de asistir a cualquier espacio de
salud es el trato humano con el personal, uno se siente mal y sabemos en muchos
casos que hemos hecho un montón de cosas incorrectas para llegar a ese punto, así
que un poco de comprensión y contención es lo que buscamos. En cambio, lo que
nos encontramos es personal indiferente, violento y que nos regaña, haciendo la
experiencia ya desagradable, aún más espantosa.
En el caso de los dentistas es igual, quien llega es porque
lleva varios años evitando asistir, con dolor y muchas tarugadas en su historia
de vida. En realidad, creen que con dolor de muelas pude escuchar algo de sus
consejos, ¡claro que no ¡
En la facultad de odontología pude observar el origen de
muchos de los problemas que tenemos cotidianamente con los dentistas. Problemas
de mal manejo de tiempo, me toco presencias que encimaban las citas y que te hacían
esperar mucho sin darte siquiera una explicación. También tuve la experiencia de una mala
orientación, quien estaba dando la información para asistir a la siguiente
consulta se equivocó en decirme a que clínica debía ir, donde estaba colocada y
hasta me dio mal el horario. Además de
problemas de ética, con tal de practicar son capaces de hacer procedimientos no
necesarios y dañar intencionalmente al paciente, permitido incluso por los
profesores. Inclusive existe en los alumnos la total indiferencia por el
sufrimiento de los pacientes, la chica de recepción (una estudiante) era capaz
de enviarme a una cita a tres días de distancia cuando yo tenía dolor, al
escucharlo el profesor me mando inmediatamente a un área para que me
atendieran, ¿qué clase de dentista eres cuando el dolor ajeno te es
indiferente? Todo lo anterior se refleja cuando los dentistas salen al mundo
laboral, encontrando una gran cantidad de dentistas justo con estos problemas.
Para fortuna de muchos de nosotros también está el otro lado
de la moneda, dentistas humanos, agradables y con ética. La cuestión es
encontrarlos, una buena herramienta son las recomendaciones, así que si tienen
una seré muy feliz en escucharla.
Lamentablemente requerimos asistir con los dentistas con
regularidad pese a las malas experiencias y resistencia que tenemos. Por lo que
aquí viene la sección de como obligarnos a ir al dentista sin sufrir tanto.
Dese tiempo para acudir cuando aún no le
duela nada, con un chequeo general prevendrá problemas futuros, será más fácil
escuchar y tolerar al dentista si usted está sano. Es conveniente darse una
recompensa por hacer algo que se le dificulta, yo acostumbro comer mi comida
favorita después de consultar al dentista. También puede funcionar el aprovechar
a hacer algo que le facilitará la vida, yo iba al supermercado junto a la
consulta de mi dentista y ya no hacía dos viajes. Ser acompañado por otra persona puede ser de
gran ayuda para ser reconfortados y contenidos, aunque usted sea un adulto.
Si usted es madre, padre o tutor de un menor, es conveniente que
vayan al dentista con regularidad para hacerlo un habito, prevenir problemas
futuros y dejar a sus hijos un buen dentista de herencia.
Espero sinceramente que a alguien le sirva el artículo.
Psic. Alina Garnica
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